El sonrojo es la manifestación de una cierta incomodidad, pero en la mayoría de los casos no tiene mayores efectos. De hecho, se ha comprobado que algunas personas lo consideran atractivo. Sin embargo, en algunos casos podría ser la parte visible de un problema más serio.
El sonrojo es un fenómeno exclusivamente humano. Ningún otro animal presenta ese estado y por eso el propio Darwin lo definió como ‘la más humana de las expresiones’. Se trata de una reacción involuntaria, fisiológica, pero con implicaciones psicológicas y sociales.
En algunas ocasiones el sonrojo representa un episodio pasajero y sin mayores consecuencias. Otras veces, constituye una respuesta frecuente que llega a condicionar la vida de las personas. En los casos más severos, es tal el condicionamiento que se llega a desarrollar una fobia a ese rubor que se experimenta con frecuencia. Se sabe de personas que se han aislado por completo debido a este temor extremo llamado eritofobia.
Aunque todos, o casi todos, hemos experimentado el sonrojo, no es un tema muy tratado ni en la medicina ni en la psicología. En general, se considera una expresión sin mayor importancia y, de hecho, atractiva para muchas personas. Sin embargo, en algunos casos ameritaría un examen más profundo.
“El hombre es el único animal que se sonroja. O que necesita hacerlo”.
-Mark Twain-
El sonrojo desde el punto de vista físico
En principio, el sonrojo se explica como una manifestación fisiológica. El cerebro y la piel están estrechamente interconectados. Muchos de los fenómenos que tienen lugar en la mente terminan manifestándose a través de la piel. Esto se debe, en gran medida, a que la piel tiene infinidad de terminaciones nerviosas.
Hay situaciones sociales y emociones que llevan a que se eleve el flujo de sangre en la piel. Ocurre cuando sentimos vergüenza, arrepentimiento, culpa, nerviosismo, pero también ira u ofuscación. Esto lleva a que cambie el color del cutis. El fenómeno, por supuesto, es más perceptible en las personas que tienen un tono de piel más claro.
El sonrojo suele ir acompañado por una sensación de calor. Es una reacción completamente involuntaria y se le considera parte del lenguaje corporal no verbal. El enrojecimiento del rostro también está presente durante la excitación sexual y al realizar alguna actividad corporal exigente. La razón física es la misma: un aumento del flujo sanguíneo.
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El sonrojo y la situación social
El sonrojo es mucho más frecuente en situaciones sociales, aunque también se puede dar cuando una persona está sola. Muchas veces aparece en quienes tienen cierto grado de timidez y de pronto se sienten muy expuestas. Como cuando alguien recibe un elogio público es mirado por un gran número de personas y esto le genera nerviosismo e incomodidad al sentirse el centro de atención.
Otras veces el sonrojo aparece porque una persona se siente apenada o avergonzada, debido a que se ha hecho evidente ante otros algún error o falencia que tiene, o piensa que tiene. Para algunos expertos, ese rubor es un estado fisiológico que experimenta una persona cuando se descubre una información privada, o hay una amenaza de que esto ocurra.
Una de las personas que más ha estudiado este fenómeno es Peter J. de Jong, quien expuso sus conclusiones en el libro The Psychological Significance of the Blush. Allí señala que, con base en varios experimentos, se puede concluir que las personas que se sonrojan resultan más confiables para los demás y les parecen más atractivas.
El sonrojo en sí mismo no es ningún problema. Se transforma en uno cuando produce sufrimiento psicológico a la persona que lo presenta. En este caso, ya no hablamos de una vergüenza o un nerviosismo pasajeros, sino de un estado de ansiedad que se incrementa cuando aparece el rubor. En casos extremos, esto conduce a la eritofobia, o miedo intenso o irracional a sonrojarse.
En esa condición, la calidad de vida se ve seriamente afectada. Así, se considera una manifestación de ansiedad social severa. Desde ese punto de vista, el sonrojo ya no es una expresión de un estado de ánimo temporal, sino el síntoma de un problema psicológico más profundo. Se trata de una conducta evitativa que le impide a una persona sentirse cómoda en compañía de otros.
De no tratarse, este tipo de problema puede llevar al aislamiento o a la privación de experiencias sociales por miedo a la reacción de los demás cuando se presenta el sonrojo. Es una situación que bien podría solucionarse a través de una psicoterapia que permita explorar el significado de ese temor a los demás.